El romanticismo despista

Hoy es San Jordi, dependiendo de si nos tira más el (co)razón o la razón, podemos verlo de muchas maneras. En todo caso, no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que esta celebración no es más que otra tradición capitalista que va bien para las floristerías y para la, por desgracia, decadente industria de los libros en papel.

En todo caso, hay que ser positivo, mirar el lado bueno de las cosas y es que no está nada mal eso de ser mujer (suponiendo que te vaya el rollo romántico-clásico) y que te ofrezcan una preciosa rosa que cada año va siendo más cara; eso es una señal inequívoca de amor o de que tu pareja o amante tiene dinero... o es generoso por un día. Es una flor bonita, vistosa, aunque pinche, y huele bien, eso si en dos días está para tirar, es un capricho efímero como lo suelen ser las relaciones de hoy en día entre los adolescentes.

Y para los hombres, pues bueno, también hay que mirar lo positivo, no está nada mal eso de incentivar sus mentes mediante la lectura; aunque sean textos de segunda o tercera categoría, algo es algo. Al final, no hay mejor obligación que el compromiso y no estoy hablando de rituales eclesiásticos caducos.

Ahora me paso al terreno de la ficción, a la de la leyenda en si. En la edad media un caballero rescata a una princesa de un Dragón y se lo cepilla a espadazo limpio, eso sería un buen resumen para perezosos de la leyenda de San Jordi. Está claro que en esos tiempos no había conciencia "animalista". Sería bonito ver a esas criaturas tan épicas y gigantescas en los tiempos que corren, lástima que dicen que nunca existieron. Yo, con mucho gusto, tendría hoy un/a dragón/a en casa, lo adiestraría para se comiera a las princesas de todas las monarquías y lo sacaría a pasear o me sacaría a pasear el/ella por los aires.

Los Dragones hoy en día son los políticos corruptos, los banqueros timadores, los policías violentos.... Hay que rescatar a mucha gente de hipotecas, de la pobreza y no veo muchos Sant Jordis en las manifestaciones o en la calles quejándose... Lo entiendo, el romanticismo despista.

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